En la historia de Guayana se produjo un
hecho de guerra que constituye un hito sin parangón, protagonizado por el
invicto general en jefe Manuel Piar, el 11 de abril de 1817, que le ha
endilgado el título de “Libertador de Guayana”, que ha trascendido hasta
nuestros días. Fue la batalla de Chirica o de San Félix, cuando las tropas
patriotas derrotaron contundentemente a las fuerzas realistas comandadas por el
mariscal de campo español Miguel de La Torre. Piar, luego de vencer
rotundamente al realista Francisco Tomás Morales, en el combate de El Juncal,
el 27 de septiembre de 1816, en las inmediaciones de Barcelona; decide
internarse hacia el sur con el propósito de conquistar la vasta región
guayanesa, y sus grandes riquezas, consistentes de manera especial en ganado
vacuno y caballar, tan necesario en la logística para sustentar las fuerzas
patriotas. Había consultado con el jefe supremo Simón Bolívar, quien procedente
de Haití autorizó la campaña de Guayana; conjuntamente con el general Manuel
Cedeño sitian a Angostura, defendida valerosamente por las fuerzas españolas al
mando del coronel Nicolás Ceruti, quien había depuesto al coronel Lorenzo
Fitz-Gerald de la gobernación, contando con el batallón “Barbastro” y la
colaboración de civiles.
Luego de varias refriegas
Piar decide marchar hacia las Misiones Capuchinas del río Caroní, se adueña de
ellas y establece en Upata su cuartel general de operaciones; se encontraban
detenidos en Caruachi unos 40 frailes, considerados como posibles perturbadores
para la población civil guayanesa, y en una enrevesada circunstancia los mismos
fueron vilmente asesinados, hecho atribuido a la responsabilidad del coronel
Jacinto Lara, capitán Juan de Dios Monzón y del comandante Miguel Armas. Este
repudiable suceso fue duramente cuestionado, tanto por Piar como por Bolívar.
Luego de 4 meses de asedio, el 17 de julio de 1817, los españoles abandonaron
Angostura, La Torre, Fitz-Gerald y el resto de los oficiales realistas se
embarcaron en la corbeta “Mercedes”, hacia los castillos, de Padrastro y San
Francisco. Pero no nos adelantemos y volvamos con los pormenores de la batalla
de San Félix.
Supo el general
Piar que el brigadier Miguel de La Torre
había llegado a Angostura con 1.000 soldados, en 36 embarcaciones, procedente
de Apure, vía río Orinoco, el 27 de marzo de 1817; los realistas hicieron una
incursión -el día 30 de marzo- cercana al sitio de La Mesa, en busca de ganado
ya que la plaza no disponía de alimentos suficientes, enfrentando una fuerza
menor comandada por el general Manuel Cedeño, quien optó por retirarse. Tomó
Piar la decisión de trasladarse con unos 1.500 elementos de tropa hacia el
banco de Chirica, al sur de Puerto de Tablas, donde hoy se encuentra la
población de San Félix; como a las 2 de la tarde se rompieron los fuegos, con
arengas y gritos de ¡Viva el Rey!, siendo ripostados por los patriotas con
¡Viva el general Piar! Fue una cruenta batalla, cuerpo a cuerpo, lanza a lanza,
los combatientes caían como moscas, se representó un sangriento espectáculo con
saldo muy favorable para el ejército republicano, tras una formidable carga de
caballería dirigida personalmente por el intrépido general Piar. Las acciones
se detuvieron al caer las sombras del atardecer, más de 650 cadáveres realistas
adornaban el dantesco campo de muerte, otro tanto resultaron prisioneros. La
Torre se salvó milagrosamente, escapando acompañado solamente de 5 o 6
oficiales, refugiándose en los muros inexpugnables de Angostura.
Bolívar al conocer
el resultado de la batalla, exclamó: “La victoria que ha obtenido el general
Piar en San Félix, es el más brillante suceso que hayan alcanzado nuestras
armas en Venezuela”. Piar en pleno campo de batalla asciende a generales a los coroneles, Pedro León Torres y José
Antonio Anzoátegui, y póstumamente al coronel Pedro Ramón Chipía, muerto en
acción ese mismo día al igual que el teniente coronel José León Landaeta; el
Libertador ratifica el rango de general en jefe para Manuel Piar, que le había
sido reconocido cuando venció en El Juncal.
El destino trágico
del brillante general en jefe Manuel Piar, es realmente desconsolador, vencedor
cuasi invicto, pero las desgracias se cebaron en su contra; se le priva del
comando de su ejército, entregándosele al general José Francisco Bermúdez,
encargándose de la administración de las Misiones del Caroní. Las intrigas
utilizadas en su contra lo perdieron; a finales de mayo de 1817, a menos de dos
meses de su triunfo en San Félix, solicita su baja y pasaporte para viajar al
exterior, que le es concedida el 30 de junio siguiente. Posteriormente,
por órdenes de Bolívar, es apresado y
juzgado en Consejo de Guerra, que lo condenó a muerte; siendo fusilado en
Angostura, el 16 de octubre de 1817. En
Guayana su nombre se pronuncia con admiración y respeto, y está considerado
como su único Libertador.
miguelazpurua@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.